A un paso del cielo de Constanza
"Esta casa parece levitar sobre la montaña Las Neblinas, a 1,700 metros sobre el nivel del mar..."FUENTE: diariolibre.com
Con el Valle de Constanza a sus pies, esta casa parece levitar sobre la montaña Las Neblinas, elevándose a 1,700 metros sobre el nivel del mar y empinándose lo suficiente como para tocar el firmamento.
En su condición de “mitad holandeses y mitad dominicanos”, los propietarios de esta casa todavía recuerdan que su vínculo con esta infraestructura constancera, enclavada en la montaña Las Neblinas, comenzó como “amor a primera vista” desde el día en que fue descubierta. A él le cautivaron las frías temperaturas, que rememoran las de los Países Bajos, de donde emigró hace 26 años; y a ella, la flora y la fauna que, en semejanza a la de Holanda, es sumamente variada.
Bautizada como Smokey Ridge, esta casa de montaña no solo permite una visual de 360 grados, desde la que se puede divisar un paisaje inigualable (que incluye a la Cordillera Central, el Valle de Constanza, Pinalito, Tireo Arriba, Tireo Abajo y Tireo al Medio), sino que es cómplice del singular clima constancero y de la paz que allí se respira.
Cercada por un deck, esta vivienda de 520 metros cuadrados (dentro de un lote de 7,000) consta de tres niveles: dos a base de troncos, y el sótano de blocks, cemento y hormigón. Entre otros materiales utilizados en esta estructura, cuya cimentación inició a mediados de febrero de 2009 y culminó seis meses después, pueden mencionarse: la madera de pino blanco americano, seleccionada y tratada para revestir los muros, pisos y techos; el doble vidrio de las ventanas, que tienen argón en su interior para reducir la entrada de los rayos ultra violeta. Así como aislantes térmicos implementados en techos y paredes, que no se construyeron con troncos para preservar una temperatura agradable durante todas las estaciones del año; aislantes entre los troncos para evitar la infiltración de la brisa y el agua; y una pintura que protege la madera de los elementos, con tratamiento para los insectos.
En cuanto a la madera, se eligió el pino blanco americano en su color natural, porque dentro de su neutralidad no solo resulta ser estable, balanceado y versátil, sino porque combina a la perfección con los demás tonos -asimismo, se ha comprobado que la cantidad de nudos por metro lineal en este tipo de pino es mejor que en el regular-. De igual modo, este tipo de madera contribuye a que las fluctuaciones del crecimiento de la madera –propias de la temperatura y de la presión atmosférica en Constanza- sean mínimas; también prevé que la estructura se mantenga inalterable ante los movimientos propios de los productos enmaderados.
Los troncos se presentan en forma de “D” y miden 8 pulgadas de circunferencia, mostrando la parte curveada en los muros exteriores y la plana en los interiores. Según explica Carlos Franco, ingeniero a cargo:“El tipo de construcción responde al sistema Thru-Bolt, que convierte los troncos en piezas compactas que forman la parte estructural de la casa, contribuyendo con la certificación contra huracanes (por su solidez, resistencia y durabilidad) y facilitando el hermetismo y la libertad de mantenimiento”.
Sin embargo, erigir esta obra no fue tarea fácil, a juicio del ingeniero Franco, pues hubo que realizar un sinnúmero de movimientos de tierra para ajustar la topografía a los requerimientos de los dueños (como el de aprovechar al máximo las vistas circundantes), en un terreno que resultó arcilloso y que impulsó al equipo de trabajo a reforzar y modificar las fundaciones de zapatas convencionales, a viga-zapatas. Además, hubo que sortear las dificultades iniciales para acceder a esa zona, con la complicación logística adicional del abastecimiento de materiales.
Un vistazo por dentro
“En esta casa encontramos nuestro verdadero santuario”, refiere su anfitrión al hablar sobre su vivienda conformada por cuatro habitaciones (cada una con sus respectivos baños y closets), una sala de estar familiar, una cocina con desayunador, un comedor, dos salas, un salón de juego y un estudio.
Al traspasar el umbral de la entrada principal se encuentra el piso intermedio (entre el sótano y el segundo nivel). Allí, a mano izquierda, está el baño de las visitas, y a la derecha, un armario de ropa blanca. Más adelante, la cocina y el comedor; el estudio y una sala. A seguidas, se encuentra la escalera que conduce a la sala principal y a dos habitaciones superiores. En el sótano, sin embargo, dominan dos habitaciones con sus closets.
A cargo del interiorismo y la decoración de todas y cada una de las áreas estuvo la anfitriona, quien muy por el contrario al ambiente montañoso donde se enmarca esta casa decidió conferirle tonalidades claras (como el crema, el azul celeste y el blanco grueso), para transmitirle una sensación de luminosidad, paz y relajación. Así se produjo un interesante contraste con el marrón oscuro del porcelanato del piso, presente en algunas estancias. “En resumen, queríamos implementar las líneas simples, pero sin llegar al minimalismo”, apunta esta innata diseñadora de interiores.
Para la joven pareja, sus dos hijos, y hasta la mascota canina de la familia, no solo era una necesidad, sino un verdadero deseo, el acceder a un ambiente que les permitiese relajarse, alejándoles de la capital, del trabajo y de la cotidianidad. “Desde que obtuvimos los planos, empezamos a diseñar los interiores en nuestras mentes, y a ubicar y reubicar muebles y piezas decorativas en dibujos y maquetas. Hasta que, finalmente, fuimos comprando el mobiliario paulatinamente y, diez meses después, la casa estuvo totalmente lista y decorada”.
En cuanto a los materiales y texturas de los accesorios y piezas mobiliarias, escogieron la madera blanca, porque resalta ante la naturalidad del pino de los paramentos. “Todos los elementos los fuimos adquiriendo localmente en la medida en que encontrábamos lo que se iba ajustando a nuestras necesidades y deseos, sin seguir un plan en particular. Aunque el resultado final fue muy satisfactorio para nosotros”, agrega la propietaria.
Entre los elementos que dominan algunas zonas de esta residencia montañosa, están la imponente lámpara que pende del techo de la sala, la cortina de la habitación matrimonial y la cerámica de la ducha principal.
Es innegable que Smokey Ridge le ha proporcionado incontables momentos de paz y felicidad -en igual número de visitas semanales- a esta familia domínico-holandesa, que todavía no sale de su asombro cuando sale de Santo Domingo en ropa de verano y llega a Constanza a abrigarse o cuando asciende la montaña Las Neblinas e ingresa a su hogar, desde donde está a un paso del cielo.
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