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sábado, 21 de julio de 2012

¿Robots en el siglo XVIII?


¿Robots en el siglo XVIII?

fuente: yahoo.com
Contrario a la creencia de algunos, la afición a la tecnología no nació ayer con los iPhones, iPods y demás aparatos que consumen nuestro tiempo. En la belicosa Europa del siglo XVIII la aristocracia se entretenía con prodigiosos artefactos mecánicos, tres de los cuales acaban de resucitar. Más de doscientos años después de su creación, estos androides aún despiertan el asombro de quienes los contemplan.
El Escritor, el Dibujante y la Pianista han revivido como parte de una campaña de la célebre compañía de relojes Swatch. La empresa suiza adquirió en 2010 a su par Jaquet-Droz, heredera del hombre que maravilló a la burguesía y las cortes europeas con sus invenciones durante el siglo XVIII. Solo tres de los autómatas creados por el relojero helvético sobrevivieron a revoluciones, guerras y otros desastres. Hoy se conservan en el Museo de Arte e Historia de la ciudad de Neuchâtel.
La Pianista puede tocar cinco composiciones musicales diferentes en un órgano adaptado a sus dimensiones. Además, la elegante señora sigue con la mirada el desplazamiento de las manos, se mueve sobre la silla como una verdadera organista y "respira", o nos transmite esa impresión por el rítmico vaivén de su pecho. Al terminar su ejecución hace una reverencia al público.
La Pianista de Jaquet-Droz (Rama - Wikimedia Commons)La Pianista de Jaquet-Droz (Rama - Wikimedia Commons)
El Dibujante es capaz de realizar cuatro diseños diferentes: un retrato de Luis XV, una pareja real, un perro y un Cupido. De vez en vez el androide sopla sobre el papel para eliminar los restos de mina. Su hermano el Escritor redacta textos a partir de combinaciones de 40 caracteres. Utiliza una pluma de ganso, que humedece en un tintero. Sus ojos también siguen el trazado de las letras y su cabeza se vuelve cuando rellena la pluma. Este prodigio de la mecánica requiere el movimiento armónico de 6.000 piezas.
Pero, ¿qué mente extraordinaria ingenió estos autómatas en los remotos años 1700? Pierre Jaquet-Droz, un suizo nacido en el poblado de La Chaux-de-Fonds en 1721, se dedicó casi hasta su muerte a perfeccionar el arte de la relojería y crear artefactos mecánicos que se elevaron a la condición de obras de arte. El despegue de su carrera comenzó en 1758 en la corte española del rey Fernando VI, donde sus relojes de péndulo programables provocaron la estupefacción de la aristocracia madrileña.
A su regreso de España en 1759 decidió consagrarse a la invención de lujosos relojes, péndulos y figuras como los entonces sorprendentes pájaros cantores. El éxito de su empresa repercutió hasta en la distante China, cuyo emperador abrió las puertas de la Ciudad Prohibida a los relojes y artefactos de la casa Jaquet Droz. El interés de los soberanos de Europa permitió exhibiciones de los autómatas en Inglaterra, Holanda, España, Rusia y Francia. Luis XVI y María Antonieta, los reyes franceses decapitados por la Revolución de 1789, aplaudieron también los androides de Droz sin sospechar que otra máquina acabaría con sus vidas años después.
Aunque Jaquet-Droz no fue el único creador de autómatas de su época, sus obras aventajaron en complejidad y reconocimiento a las de otros inventores auténticos como el francés Jacques de Vaucanson o fraudulentos como el eslovaco Johann Wolfgang von Kempelen.

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