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sábado, 14 de julio de 2012

Cantando en la silla eléctrica


Cantando en la silla eléctrica

Si le quedara un minuto de vida, ¿cuáles serían sus últimas palabras? ¿En qué pensaría? Los creativos de una agencia de publicidad brasileña creen que durante esos 60 segundos finales de vida podríamos, por ejemplo, cantar, como si disfrutáramos de una noche de juerga en un bar con karaoke.
El anuncio concebido para el centro nocturno Corcoran Karaoke de Sao Paulo, en Brasil, escenifica los últimos momentos de un condenado a muerte en la silla eléctrica. Cuando le informan que solo dispone de un minuto para pronunciar su mensaje postrero, el mal encarado sujeto comienza a cantar "Oh Happy Day", un viejo himno evangélico bien conocido por la comunidad afroamericana. "Nunca es demasiado tarde para mostrar tu talento", concluye el comercial.
Gracioso quizás para algunos, chocante para otros, polémico seguramente. Aunque la idea del condenado a la pena capital no es nueva en publicidad, la mezcla de una tenebrosa sala de ejecuciones con la melodía jubilosa del gospel deja una perturbadora sensación que probablemente desanime a más de uno a visitar el Corcoran. No obstante, la actuación del "criminal" merece un aplauso por sus transiciones entre el gesto fatal de condenado y el inspirado rostro del cantante.
Para los curiosos, la historia de la silla eléctrica comenzó en Estados Unidos a finales del siglo XIX, en el estado de Nueva York. Un comité creado por el gobierno local propuso este método "más humano" para sustituir los ahorcamientos. La primera persona ejecutada de esta manera fue William Kemmler, un hombre de apenas 30 años que había asesinado a su esposa con un hacha. La ejecución ocurrió el 6 de agosto de 1890, duró unos ocho interminables minutos y los periódicos de la época la describieron como un espectáculo horrible.
Otro ejemplo menos dramático de publicidad en la silla eléctrica es este anuncio de la telefónica británica eTel.

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