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lunes, 9 de julio de 2012

Quartavious Davis, el joven criminal que sufre el lado oscuro de la justicia estadounidense


Quartavious Davis, el joven criminal que sufre el lado oscuro de la justicia estadounidense

Quartavious Davis, al ser detenido en diciembre de 2010 (Reuters)Cuando era un muchacho con trastorno bipolar y dificultades de aprendizaje que había dejado el instituto y vivía en Goulds, uno de los barrios más pobres de Florida, Quartavious Davis no podía imaginar que terminaría por convertirse en un símbolo del lado más oscuro de la justicia estadounidense.
Pero tras una serie de atracos a mano armada, este joven negro de 20 años con rastas en el pelo, que vivía con una pensión de 674 dólares (535 euros), quería volver a estudiar para aprender un oficio . No ha cometido otro crimen en su vida ni ha matado a nadie, pero aún así ha sido condenado, por una enrevesada lógica legal, a 1.941 meses (casi 162 años) de prisión sin posibilidad de salir en libertad condicional.
"No tengo antecedentes penales y me cae esto", le ha comentado a la agencia Reuters desde un centro de detención federal en Miami. "Directamente, puedo decir que estoy muerto". En realidad, Davis es víctima de una extraña práctica, únicamente estadounidense, conocida como "apilar". Consiste en coger cada uno de los cargos que se le imputan a alguien y contarlo por separado. Con lo cual, alguien que no ha cometido un crimen en su vida se convierte automáticamente en un reincidente, algo que no suena precisamente justo.

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"Cualquier ley que obliga a encerrar a alguien de 19 años y sin precedentes durante más de un siglo tiene que ser inconstitucional", opina Michael Zimmerman, el abogado de oficio que representó a Davis en su primer juicio. En opinión de Jacqueline Shapiro, su nueva letrada, va a ser necesario llevar su caso al Tribunal Supremo para cambiar esta ley.

Davis fue detenido el 23 de diciembre de 2010, junto a otras cinco personas, por haber atracado unos siete establecimientos de comida rápida y una droguería. Solo él fue a juicio: los demás negociaron formas de pasar poco tiempo en prisión a cambio de no ver al juez. Así que el chaval, que tenía 19 años cuando se celebró su juicio en 2011, dependía del testimonio que sus compañeros dieran de él para demostrar que era más inocente de lo que parecía.

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Pero el testimonio fue de todo menos positivo. Sus compañeros, cuya libertad dependía de la presunta culpabilidad de David, dijeron que él, además de participar activamente en los atracos, había disparado su pistola en al menos dos ocasiones (lo cual le suma dos imputaciones más). Primero, contra un perro que le perseguía y luego, mientras se daba a la fuga tras uno de los atracos, contra un cliente que les disparaba. Ha sido imposible corroborar estas historias. El cliente en cuestión, Antonio Lamont Brooks, no recuerda quién le estaba disparando.

No está claro por qué a Davis le ha caído todo el peso de la ley. Quizá por estar en Florida, el estado que más gente ha condenado a la cadena perpetua por penas que no son asesinato. O porque tuvo la mala suerte de ser detenido después de que el Tribunal Supremo decidiera que imponer la cadena perpetua sin libertad condicional a un menor de 18 años era "un castigo cruel e inusual". Davis había cumplido 18 años poco antes de su detención.

Sea como fuere, le espera un gris futuro de batallas legales y estancias en las saturadísimas cárceles de Estados Unidos, donde, a través de este a veces durísimo sistema legal, vive un cuarto de los criminales de todo el mundo.

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